España es un país en el que el jamón es uno de los principales, si no el mayor de todos, protagonista a nivel gastronómico. De hecho, a prácticamente todos los españoles les vuelve loco el jamón. Sin embargo, eso no quita que exista cierto desconocimiento sobre este manjar de nuestro país. Si visitas nuestra tienda podrás comprobar que existen muchos tipos de jamones diferentes, pero lo más probable es que no sepas exactamente cómo diferenciarlos.
Seguro que en más de una ocasión has escuchado hablar de jamones ibéricos y serranos, pero… ¿Sabes qué características tiene cada uno de ellos? Como sabemos que para la mayoría es algo difícil, en este nuevo artículo de nuestro blog vamos a contarte cuál es la diferencia entre jamón ibérico y serrano.
Diferencia entre jamón ibérico y serrano
Lo cierto es que hay una gran diferencia entre jamón ibérico y serrano, ya que estamos hablando de razas diferentes, con distinta procedencia y un proceso de curación específico en cada caso. Y aunque a ti puedan parecerte simplemente dos jamones, la realidad es que no tienen mucho que ver más allá de eso, que los dos son jamones españoles. Así que para que aprendas qué caracteriza a cada tipo, a continuación vamos a repasar las principales ocho diferencias que existen entre ellos.
1. Raza
El primer punto nos lleva a hablar de la raza: mientras que el jamón ibérico es un producto obtenido de cerdos de raza ibérica, el jamón serrano se obtiene de cerdos blancos. Esta es la mayor diferencia entre jamón ibérico y serrano y de la que parte prácticamente todo lo que hace distinto a estos dos tipos de jamones.
2. Procedencia
Los jamones ibéricos, como su nombre indica, solo se producen en la Península Ibérica. ¿Esto qué quiere decir? Pues que un jamón ibérico solo puede proceder de España y Portugal, lugares en los que el clima es perfecto para la producción de este tipo de jamones.
3. Curación
Tanto el jamón ibérico como el serrano comparten un proceso de curación similar, aunque en el caso del serrano su duración es menor: solo necesita 15 meses para estar listo para consumir. El ibérico, por su parte, tarda entre 24 y 36 meses para que tenga una mejor calidad, en ocasiones incluso más tiempo.
4. Infiltración de grasa
Los cerdos ibéricos, a diferencia de otras razas, cuentan con una gran infiltración de grasa en sus músculos. Y eso es algo que hace que su carne sea más sabrosa que la de los cerdos blancos. De hecho, este es uno de los motivos por los que los jamones ibéricos requieren de más tiempo de curación y presenten ese veteado de grasa tan particular.
5. La pezuña
La forma más fácil de diferenciar estos dos tipos de jamón es echar un vistazo a la pezuña. El cerdo ibérico la tendrá de color negro, mientras que la del jamón serrano suele ser del mismo color que el resto de la pieza.
6. Precintos
Desde 2014 la normativa establece que cada jamón ibérico debe llevar en la pezuña un precinto de un color determinado, de manera que el consumidor pueda ver a simple vista qué esta comprando. Así que si dudas de qué tipo de jamón estás adquiriendo, busca esos precintos.
7. El color
El jamón serrano tiene un color más claro que el ibérico, con una carne más rosada. El ibérico, por contra, presenta una carne rojiza y brillante gracias a su tiempo de maduración superior y a su veteado de grasa.
8. Sabor
Desde La Despensa del Berral vamos a decirte cuál es para nosotros el principal punto diferencial entre estos dos jamones: el sabor. La alimentación a base de bellotas y hierbas, así como el ejercicio que hacen los cerdos ibéricos les otorgan un sabor increíble. Además de su veteado de grasa, su carne es muy jugosa, intensa y con una infinidad de matices. Y eso es algo que no pueden conseguir los jamones serranos, que son más suaves y ligeros.